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THE DREAM FOUNDATION OF UGANDA. Un juramento hecho realidad.

 

Hay personas que nacen rodeados de todo aquello que necesitan para crecer en prosperidad y con cierto bienestar. Este no fue el caso de Kimuli Isaac.

 

Isaac nació en Uganda en 1986 en una de las muchas aldeas del extrarradio de la capital. Muy pronto todo se empezó a torcer para él, una serie de sucesos se desencadenaron hasta verle acabar merced a su suerte en las peligrosas calles de una gran urbe africana como es Kampala.

Siendo todavía un niño, a la corta edad de 4 años perdió a su figura paterna y con ella todo lo que le cobijaba a él, a su hermano, a su madre. Sus familiares se apropiaron de todo aquello que su progenitor con trabajo y esfuerzo había construido durante años, todas las pertenencias, la casa, el negocio, hasta la reputación les fue arrancada cuando su madre se negó a casarse con otro hombre del poblado, lo que supuso el rechazo pleno por parte del resto de familias que habitaban la aldea.

 

 

Ante este panorama y con un cáncer abriéndose paso entre sus pulmones, la madre, sin apenas recursos, tomó la difícil decisión de enviar a sus dos hijos a la gran ciudad, donde alguien cercano a la familia les estaría esperando y también les prestaría el dinero necesario para pagar los medicamentos que ayudarían a paliar su enfermedad.

Ninguna de estas dos cosas ocurrió.

A su llegada a Kampala nadie acudió a recibirlos, pasadas las horas y con la noche adentrándose decidieron no moverse de allí, albergando la esperanza de que este hombre hiciera acto de presencia a lo largo de la misma, o al día siguiente, pero eso tampoco ocurrió.

 

 

Así fue como Isaac y su hermano pasaron su primera noche a la intemperie junto a la frialdad de una parada de taxi, convirtiéndose casi sin darse cuenta en niños de la calle. Tenían 5 y 6 años respectivamente.

Pasaban los días comiendo de los restos de comida que les daba la gente y las noches, pese a no ser un sitio seguro, al cobijo de la misma parada.

Sólo dos días tardaron en conocer cómo se las gastan en las calles. Un día fueron asaltados por un grupo de chicos mayores que les robaron lo poco que tenían, los zapatos y las camisetas, dejándoles sin nada. Pero normalmente, allá donde existe el mal también existe el bien y así fue que ese mismo día conocieron a Mark, otro joven callejero, ya curtido en esas lindes y dispuesto a ayudar, que les mostró cómo guiarse por la ciudad en los primeros días.

Mark le enseñó a Isaac kickboxing para poder defenderse de los ataques de otros chicos mayores. También les enseñó a moverse por los barrios, evitando las horas más peligrosas, y localizando los puntos más seguros de Kampala donde pasar la noche.

 

 

“La noche era el momento más peligroso del día, los grupos de chicos mayores que venían drogados de esnifar gasolina nos atacaban e intentaban violarnos. Y, por otra parte, también sufrimos ataques de varias personas contratadas por gente rica que intentaban secuestrarnos para matarnos. Todavía existe la creencia de que para hacerse rico hay que sacrificar sangre humana a través de un ritual. Yo personalmente conseguí sobrevivir a varios ataques de este tipo, pero mi amigo Mark murió a mi lado al recibir una puñalada en el estómago, y vi como lo arrojaban a un canal en el barrio de Kivulu por donde desaguan las aguas fecales de Kampala” se lamenta Isaac entre lágrimas.

 

“De niño de la calle a crear ‘The Dream Foundation of Uganda’. Esta es la historia de Kimuli Isaac, que en los últimos 10 años ha conseguido ayudar a más de 200 menores de Kampala”

 

Tras el fatal incidente de su amigo, Isaac advirtió la necesidad de desarrollar la técnica del kickboxing para poder defenderse de los peligros inherentes a la vida que le había tocado vivir.

Se le daba bastante bien, y a base de mucha práctica se labró un hueco para luchar en peleas ilegales a cambio de dinero.

Al cabo de unos meses, decidió emplear su tiempo libre y lo que sabía en enseñar a otros niños el kickboxing a modo de autodefensa. De este modo, entre lo que ganaba con las peleas y con las clases, consiguió mejorar su nivel de inglés e ir a la Universidad, y poco a poco su situación fue cambiando y mejorando hasta llegar el momento de abandonar las calles.

 

 

Después del ataque a su amigo Mark, Isaac  juró que si algún día conseguía cambiar su destino se dedicaría en cuerpo y alma a ayudar a salir de esa situación  a otros niños que estaban pasando por lo mismo que él.

De este modo fue como decidió crear “The Dream Foundation of Uganda”. Un juramento hecho realidad.

Con esta ONG (http: //www.thedreamfoundationuganda.org) consigue ayudar a los menores  de la calle. Les ofrece educación y comida, además de ayudarles a buscar una familia que les asegure un techo donde vivir.

La mayoría de estos menores sobreviven en las calles recogiendo botellas de plástico que almacenan en grandes redes para luego venderlas en barrios como Kinsey  por unos 200 chelines ugandeses el kilo, alrededor de 5 céntimos de euro.

 

   

 

 

 

 

 

 

Muchos de estos chicos han sufrido agresiones violentas, quemaduras, violaciones y abusos de todo tipo, quedando marcados de por vida con secuelas tanto físicas como emocionales.

Es por esto que los niños de la calle suelen moverse en pequeños grupos para protegerse entre ellos, siendo los adolescentes quienes suelen cuidar de los más pequeños.

 

 

 

 

 

 

 

 

Estos chicos suelen ir dos o tres veces por semana a Mengo, donde Isaac tiene una pequeña oficina que es la sede de la ONG. Entrenan y realizan juegos y talleres con los que, además de aprender, también adquieren aptitudes para socializar con otros chicos del barrio.

Gracias a Isaac y a su buen hacer, a día de hoy,  más de 200 niños han vuelto a sonreír y a tener sueños y esperanzas en la vida. Han dejado atrás sus días sobreviviendo en las calles de Kampala, donde se estima que hay más de 10.000 menores en esta situación, y han sido reubicados entre la casa de acogida de Masaka y diferentes familias del barrio de Mengo. Una labor encomiable, digna de ser contada.

 

Kimuli Isaac

 

 

Fotografías: Juan Luis Rod
Textos: Chez Valencia.

1 comentario

  1. Miguel

    Increible historia pa los tiempos que corren….gran corazón el de este hombre,a pesar de la vida que le ha tocado….

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