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UN PASEO POR LAS NUBES. Volar en globo.

Un paseo por las nubes.

 

Nos levantamos temprano, a las 06:00 horas, tocaba madrugar. Hemos quedado una hora y media más tarde en el punto de encuentro. La “Venta Pazo” junto a la Estación de Servicio Virgen de las Nieves, en la salida 16 (Sanlúcar la Mayor/Benacazón) de la A-49, dirección Huelva-Sevilla.

Allí nos recoge Jesús, quien a la postre será nuestro piloto, además de un cercano y perfecto anfitrión. Después de un rápido desayuno con café y tostadas, nos montamos en el 4×4 y nos dirigimos a una pequeña ermita dirección Aznalcóllar, a unos 15 minutos del punto de recogida en la venta.

Allí, a campo abierto, nos sorprende un magnífico amanecer junto a la ermita, el sol se abre paso entre alcornoques, mientras Jesús y sus ayudantes, Boris, Javi y Sony ya han empezado a preparar el que va a ser nuestro primer vuelo en globo.

Primero extienden los casi 40 metros de lona en el suelo, y con un gran ventilador, llenará su interior de aire frío, que con ayuda de gas propano calentarán poco a poco para que empiece a elevarse, a la vez que llena todo el espacio.

Mientras esto sucede, asistimos a un pequeño briefing, que nos aportará las pautas necesarias de conocer antes de comenzar el vuelo. (seguridad, consejos etc).

Ya todos están en la cesta menos yo, me he alejado a tomar una fotografía del globo listo para emprender el vuelo, así que casi me quedo en tierra. Una vez subido a bordo, ya está todo listo para soltar amarras, son cerca de las 08:30 h.

Una vez en el aire, todo es placer, los temores o dudas desaparecen al instante, la suavidad con la que te desplazas, ya sea lateral o verticalmente son perfectas. Subir hasta los 500 m de altitud y desplazarse a una velocidad de unos 15-20 km/h, hace que volar, sin ruidos de motor, sin habitáculo cerrado, sin ventanillas,  supere todas mis expectativas  ampliamente.

                    

A pesar de la neblina que se presenta en las primeras horas de la mañana, el espectaculo visual es de una belleza incuestionable. Divisamos las minas a cielo abierto de Aznalcóllar, también a lo lejos, las torres de las plantas termosolares de Sanlúcar la Mayor, donde hace ya cerca de dos décadas pasé interminables jornadas de trabajo duro, nada que ver con este momento. Sobrevolamos durante un tramo por encima de la línea de alta tensión (400 kw) donde también tuve experiencia de trabajo en los primeros años del nuevo milenio, pero este me gustaba más, siempre fui un amante de las alturas, a pesar de que justo aquí sufrí uno de los avisos mas serios de mi vida.

Así como el tiempo pasa, la neblina de primera hora deja paso al sol, que ofrece algo más de visibilidad.

Algunas fincas, con sus aperos, cochineras, un regato con todo su sinuoso serpenteo que cruza todo el ancho del campo que alcanzamos a ver, incluso algunas ruinas romanas, de alguna aldea de cuyo nombre no puedo acordarme.

 

Todo llega a su fin, y este viaje en globo no va a ser menos, después de un vuelo de lo más placentero y, como es normal en un experimentado capitán como Jesús (52), quién tuvo su primera experiencia de vuelo a la corta edad de 8 años de la mano de su padre, y que obtuvo su licencia a los 16, (lo que le confiere una experiencia cercana a las 4 décadas) buscamos una zona adecuada para el aterrizaje. Un barbecho, o algo parecido, donde no se causen daños a las zonas sembradas, y también donde los vehículos dirigidos por sus ayudantes, Boris, Javi y Sony, puedan acceder para recogernos a nosotros y al globo aerostático y  todos sus componentes.

Tras unos minutos decidiendo cual es el mejor lugar, finalmente lo encontramos bastante cerca de Escacena del Campo, ya en la provincia de Huelva. Una tierra sin sembrar, con una pequeña entrada apta para los dos todoterrenos y un remolque que servirá para hacer un aterrizaje maestro directo sobre su lomo. Algo de agradecer, pues la canasta, de unas dimensiones considerables, ha de pesar seguramente mucho más de lo que podríamos cargar a pulso entre todos, además de las botellas de propano, quemadores etc.

Ha sido un vuelo de una hora y veinte minutos aproximadamente. Ahora toca recoger todo, algo que los tres antes nombrados tienen más que asimilado, dando muestras de una eficacia y compenetración dignas de ser admiradas.

Una vez finalizado todo este proceso, nos dirigimos al punto de inicio, la “Venta Pazo” cerrando así el círculo.

Allí nos espera un desayuno completo, zumo, café y tostadas, bien merecido para todos los componentes de esta aventura. Charlamos y reímos mientras compartimos fotos y sensaciones entre bocado y bocado.

Para finalizar, los miembros de Green Aerostación, que es como se llama la empresa que organiza estos vuelos, nos invitan a acompañarlos hacia la terraza exterior, donde recibimos el bautismo oficial con cava, además del nombre que nos acompañará hasta el fin de los días.

 

Esta es la crónica de una magnifica jornada matinal de aventura por el aire, de compañía y trato agradable y como no de una experiencia inolvidable.

 

 

Subscribe Chez Valencia,  “El Príncipe de los Pájaros”.

 

2 comentarios

  1. Dani Álvarez

    Una cronica preciosa, una gran carga de emoción que me traslada in situ!

    • Chez

      Gracias Daniel, aprecio tus palabras, me alegra que te haya gustado!

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